Tokio, 23 jul (EFE).- Los Juegos de Tokio levantaron hoy el telón con una ceremonia que mezcló tradición y tecnología en un estadio a puerta cerrada y rodeado de manifestantes y curiosos, a la altura de una cita olímpica que promete ser la más extraña hasta la fecha.
Un año y cuatro meses después del aplazamiento de Tokio 2020, que transcurrieron con un constante runrún sobre su cancelación debido a la pandemia y con incontables traspiés de la organización, la ceremonia inaugural dio por fin inicio oficial al evento deportivo, con un espectáculo que se prolongó durante casi 4 horas.
El silencio de las gradas vacías jugó una mala pasada, ya que dejaba oír las enérgicas protestas de los manifestantes que se congregaron en los alrededores del Estadio Olímpico de Tokio y que culminaron las concentraciones, minoritarias pero persistentes, que se suceden desde hace semanas en contra de los Juegos.
TRADICIÓN, TECNOLOGÍA Y CULTURA POP
El espectáculo inaugural arrancó con un homenaje a la soledad y al aislamiento causados por la pandemia, con actores haciendo ejercicio sobre máquinas separadas a una enorme distancia entre sí sobre el terreno de Juego del estadio.
Le siguieron diferentes exhibiciones de las artes escénicas tradicionales y contemporáneas japonesas, con guiños a diversas épocas y regiones del país, y con un reparto compuesto por un amplio elenco de celebridades niponas.
También hubo homenajes para los Juegos de Tokio de 1964, como unos gigantescos anillos de madera hechos con árboles nacidos de semillas que plantaron atletas participantes en la anterior cita olímpica tokiota, y a los frecuentes desastres naturales que ha afrontado el país.
Durante el desfile de los atletas sonaron las bandas sonoras de populares videojuegos nipones como “Victory Fanfare” o el tema principal de la franquicia Final Fantasy, Sonic The Hedheog, NieR o Pro Evolution Soccer, mientras que en el tramo final hubo una actuación de kabuki a ritmo de jazz contemporáneo.
En uno de los puntos álgidos de la ceremonia, cerca de 2.000 drones dibujaron sobre el cielo del estadio olímpico una gigantesca esfera en azul índigo para representar el emblema de los Juegos, que se transformó luego en un globo terráqueo mientras sonaba una versión de “Imagine” interpretada por músicos de los cinco continentes, entre ellos el gaditano Alejandro Sanz.
LA HORA DE LOS ATLETAS
Los atletas desfilaron ataviados con mascarillas y respetando, algunos más que otros, la distancia social de dos metros que recomiendan los anfitriones en sus protocolos de prevención de contagios durante los juegos, conocidos como “Playbooks”.
Unos pocos, además, lo hicieron sin mascarilla, como algunos componentes de los equipos de Kirguistán y Tayikistán, lo que les podría valer una sanción por parte de los organizadores.
Por primera vez en unos Juegos, cada delegación estuvo encabezada por dos abanderados, un hombre y una mujer, y en total participaron unos 5.700 deportistas de 207 comités olímpicos nacionales, en un desfile lleno de colorido como es habitual en estas citas.
Predominaron los atuendos inspirados en colores nacionales como los chándal Armani de Italia, resaltaron las vestimentas tradicionales de países africanos, caribeños y del Pacífico, y sorprendieron los musculosos abanderados de Tonga y Vanuatu, que desfilaron a pecho descubierto.
Fue precisamente una deportista, la tenista y gran esperanza de medalla nipona Naomi Osaka, la encargada de encender el pebetero olímpico en el Estadio Olímpico tokiota, tras subir una escalinata hacia una espectacular estructura metálica esférica inspirada en el sol y que se abrió como una flor.
PROTESTAS A LAS PUERTAS DEL ESTADIO
Afuera del Estadio, rodeado por un perímetro de seguridad de vallas y un despliegue de miles de policías y tropas niponas, los japoneses seguían la celebración con sentimientos encontrados.
Mientras varios centenares de personas se manifestaron durante toda la jornada en distintos puntos de la capital, culminando en una concentración en los aledaños del estadio, una mayoría silenciosa de japoneses vieron la celebración desde sus casas por televisión o por sus móviles y comentaron todos sus detalles por las redes sociales.
El estado de emergencia sanitaria vigente en Tokio desde el pasado día 12 hizo que tampoco hubiera zonas de visionado público del evento y obligaba al cierre temprano de bares y restaurantes, por lo que el ambiente en el resto de metrópolis nipona no fue el de una gran celebración multitudinaria.
Y es que, favorables a los Juegos o no, y pese a las restricciones por la pandemia, muchos japoneses se echaron hoy a las calles de la ciudad desafiando también las altas temperaturas, para disfrutar del puente de cuatro días declarado en todo el país con motivo del inicio de unos Juegos sin precedentes históricos.
EFE / Antonio Hermosín Gandul