Denver, CO.- A sus 75 años, Emanuel Martínez, considerado una autoridad de los murales chicanos en Estados Unidos, lucha en Colorado por el mantenimiento y rescate de estas obras que él considera “una forma de resistencia” en su pelea por la inclusión.
El artista dice que “La Alma”, una obra en la que plasmó en 1978 la mezcla indígena, española y mexicana en un parque de Denver, es “el epítome de lo que un mural comunitario debe ser”.
Es una manera de expresar “la resistencia y la resiliencia de los pueblos indígenas, usando las historias, la mitología y el léxico” de esos pueblos, expresa.
Como muralista, pintor y escultor, Martínez ha logrado renombre nacional e internacional con exposiciones en el Museo Nacional de Arte Estadounidense en Washington, y prestigiosos premios por “su capacidad de diseño y altos estándares de mano de obra”.
Sus obras, descritas como “vivas, atemporales y serenas”, han sido incluidas en centenares de artículos y aparecen como tema central en una treintena de libros especializados.
Una de ellas, una escultura de bronce de 3 metros de alto, rinde honor a los estudiantes chicanos que en 1969 abandonaron sus aulas en una secundaria de Denver en protesta por las desventajosas condiciones educativas.
Otra resalta a César Chávez (1927-1993), el líder sindical de los trabajadores agrícolas en EE.UU., y una más en Denver rinde tributo a la comunidad migrante con “La Raza”, una escultura de bronce de 3.5 metros.
Su obra se aprecia también en edificios públicos y universidades en varios estados, incluyendo Illinois, Arizona, Kansas, Tennessee y Georgia, e incluso en la Iglesia Evangélica en La Maguana, en República Dominicana.
Martínez además ha pintado murales para varias cárceles en Kentucky, California y Georgia, que le recuerdan su primer mural, a los 13 años, cuando él mismo estaba en una escuela para delincuentes juveniles.
Recuerda que para superar esa desagradable experiencia decidió completar sus estudios secundarios y se sumó al Movimiento Chicano y a la Cruzada por la Justicia, un grupo humanitario dirigido por el activista Rodolfo “Corky” Gonzáles (1928-2005).
Martínez señala en entrevista que es “muy duro” ver que casi todos los murales que pintó en la década de 1970 ya han sido borrados, sea porque los edificios donde fueron pintados ya no existen o porque esos murales, al no ser apreciados por los nuevos dueños de los edificios, fueron removidos o repintados.
MURALES TAN VALIOSOS COMO EN ROMA
Reconocido como el padre del muralismo chicano (mexicoestadounidense) en Colorado, espera que sus murales sean como “libros de texto” para enseñar a las nuevas generaciones su propia historia y cultura.
Sin embargo, durante las últimas dos décadas, por el proceso de gentrificación, hasta el 90 % de aquellos murales pioneros han desaparecido.
“Eso sucede porque no se reconoce a los murales ni como obras de arte ni como objetos históricos”, asevera a Efe el artista, quien estudió con renombrados artistas como los mexicanos David A. Siquieros y Francisco Zúñiga.
“De hecho, las leyes de Colorado los definen como ‘pintura sobre la pared’. Pero para nosotros son nuestro patrimonio cultural”, agrega.
El artista ha sido reconocido por su estética, pero especialmente por sus contribuciones a la historia de su comunidad, sus batallas por visibilidad y justicia, y su aporte a la cultura.
Martínez afirma que ese es precisamente el legado que le gustaría dejar.
Es una aspiración que se puede hacer realidad gracias al apoyo de la Fundación Nacional de Preservación Histórica (NTHP, organización no lucrativa en Washington DC), que este mes incluyó a los murales chicanos de Colorado en la lista de “obras en peligro de desaparición”.
Se trata de una decisión sin precedentes ya que ninguna de las listas anteriores de la NTHP desde 1988 incluyó murales, sino solamente edificios.
Martínez y su hija, la arqueóloga Lucha Martínez de Luna, fundadora en 2018 del Proyecto Murales Chicanos de Colorado (CMCP), recibieron con emoción la noticia.
De esta forma han redoblado sus gestiones para proteger los murales de Emanuel y de otros artistas chicanos, mexicoestadounidenses, latinos, indígenas y personas de color en general.
“Nuestros murales son nuestros libros de historia escritos por nosotros mismos. Allí nos vemos a nosotros. Ahí está nuestra identidad y nuestra autoestima. Nos vemos como somos, no como los criminales que dicen que somos”, expresa Martínez de Luna a Efe.
“Cuando se ven murales en las paredes de Roma o de México, nadie cuestiona su valor histórico o cultural. Aquí lo ven como pintura en la pared. Pero para nosotros este es nuestro patrimonio cultural”, concluye.
EFE
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