China.- Por primera vez en 60 años, la población de China ha disminuido hasta alcanzar su tasa de natalidad nacional un mínimo histórico: 6,77 nacimientos por cada 1.000 personas. China comenzó a reducirse en 2022 por primera vez en seis décadas, la muestra más reciente del empeoramiento de la crisis demográfica de la segunda economía más grande del mundo.
El descenso no es algo que haya sorprendido a los demógrafos. Su índice de natalidad ha estado disminuyendo durante años, lo que ha forzado a las autoridades a impulsar una serie de políticas para tratar de frenar la tendencia.
A pesar de ello, y siete años después de poner fin a la política del hijo único, China ha entrado en una “era de crecimiento negativo”, tal y como la describen desde La Oficina Nacional de Estadísticas de China.
Las muertes también superaron en número a los nacimientos por primera vez el año pasado. El país registró su tasa de mortalidad más alta desde 1976: 7,37 muertes por cada 1.000 habitantes, frente a las 7,18 del año anterior.
El descenso está relacionado con los efectos de las políticas del pasado, pues las tendencias demográficas de China a lo largo de los años han sido determinadas en gran medida por la controvertida política del hijo único, que se introdujo en 1979 para frenar el crecimiento demográfico.
Esta política limitaba a muchas familias a tener solo un descendiente, aunque con excepciones, lo que se calcula que pudo evitar unos 400 millones de nacimientos, cifra que ha sido disputada. La política se eliminó en 2016 y a las parejas casadas se les permitió tener dos hijos. En los últimos años, el gobierno chino también ha ofrecido exenciones fiscales y una mejor atención médica materna, entre otros incentivos, para revertir, o al menos frenar, la caída de la tasa de natalidad.
También se considera la falta de políticas para conciliar, algunos expertos apuntan a que las políticas que alentaron los embarazos y nacimientos no fueron acompañadas de iniciativas para aliviar la carga económica que supone el cuidado de los niños, como ayudas para las madres que trabajan o para facilitar el acceso a la educación.
Por último, la baja tasa de natalidad también es una consecuencia natural del desarrollo socioeconómico que ha experimentado China en las últimas décadas.
A medida que los países se vuelven más desarrollados, las tasas de natalidad tienden a disminuir, debido a que las parejas y, especialmente, las mujeres, tienen otras prioridades como formarse más o desarrollar sus carreras.
Para los expertos, sin embargo, un simple aumento de las tasas de natalidad no será suficiente para resolver los problemas que arrastran la desaceleración del crecimiento de China.
“Impulsar la fertilidad no mejorará la productividad ni aumentará el consumo interno a medio plazo”, aseguró Stuart Gietel-Basten, profesor de políticas públicas en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong. “Cómo responda China a estos problemas estructurales va a ser crucial”.
Con información de BBC News y El Financiero.
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