AGENCIA SIM
Puerto Morelos.- Un grupo de científicos y periodistas recorrieron el mar Caribe, desde Xcalak hasta Isla Contoy, para dimensionar la actual crisis de sargazo, y atestiguar las deficientes soluciones que, en su opinión, generan más daño, en lugar de plantearse una propuesta integral, que debiera atender los orígenes del sargazo. En esta travesía, incluso recibieron la denuncia de que existía “huachicoleo” con el combustible para sargaceras en Mahahual.
Octavio Aburto Oropeza, investigador del instituto Scripps de oceanografía de la Universidad de California San Diego, así como investigador de Conacyt, encabeza el proyecto “Mares Mexicanos” que desde hace una década se dedica a la divulgación científica de temas marinos, a través de una red de expertos y comunicólogos en todo el país.
Con los videos en mar, tierra y aire, y con las entrevistas, elaborarán un documental, que pronto podría ser vista en National Geographic, con quienes ya tienen acercamientos.
Para el experto, el fenómeno del sargazo tiene “dos miradas”, pues por un lado, en el mar ha demostrado ser un ecosistema, que sirve de abrigo a distintas especies de peces, como ellos comprobaron al esnorquelear en un banco de sargazo, a unas 20 millas de Isla Mujeres.
Sin embargo, al recalar en las costas, genera un problema económico para las comunidades que dependen del turismo, además que ya ha comenzado a entrar en algunas lagunas costeras, con afectación al manglar, tema que todavía no se ha explorado a fondo.
Un punto que sí les queda claro es que las técnicas empleadas actualmente son insuficientes para contener el arribo del sargazo, pues lo que se retira en la playa es una ínfima fracción de todo lo que llega día tras día. Lo más grave es que además de ser un esfuerzo inútil, pues la playa queda igual al poco tiempo, las brigadas y maquinarias se llevan arena, que agravan la erosión de las playas.
Esta arena y este material orgánico termina en la selva, donde también causa estragos, añadió.
“Con dos barquitos recolectando algo de sargazo no se logrará remediar esta situación”, aseveró.
Aunque todavía muchos hablan de teorías sobre el origen del sargazo, para Aburto Oropez está claro que es generado por la deforestación del Amazonas.
Esta deforestación tiene como principal finalidad la agricultura, principalmente de soya, la que usa muchos fosfatos y otros químicos como fertilizante, material que finalmente llega al mar y sirve de alimento al sargazo.
“Para resolver el problema, hay que convencer a los países latinoamericanos que deben detener la deforestación del Amazonas; además de atender el incentivo que representa el cultivo de soya”, declaró. “De fondo, la solución es a nivel planetario”.
Para el científico, el gasto de millones de pesos incurrido por instancias de gobierno y la iniciativa privada está mal empleado, pues llevan una perspectiva de “quítame eso que huele mal” y no una visión global.
Tal vez los costos que implica esto pueden sonar astronómicos, pero Aburto Oropeza recordó que actualmente se gasta más dinero en videojuegos que lo que tomaría revertir el cambio climático, que en una década pudiera significar en la destrucción de múltiples ecosistemas.
FALTA PRESIÓN CIUDADANA
En los recorridos y las entrevistas realizadas en Quintana Roo, este equipo de “Mares Mexicanos” ha visto mucha apatía y mucha falta de enseñanza sobre esta problemática, al no verse la presencia de científicos.
“Nos hemos metido a sus laboratorios y centros de investigación que se mantienen con dinero público”, comentó Octavio Aburto, quien opinó que en lugar de estar allí encerrados, debieran estar en las playas, en la calle, dispuestos a plantear soluciones con la sociedad.
“Tenemos que entender que también somos ciudadanos”, comentó. “Siempre habrá batallas con otras visiones, incluso algunas adversas a la ciencia, pero tenemos que insistir, pues estos son temas de largo plazo”.
Muy a menudo se forma grupos de expertos quienes “desde lo alto” informan a la autoridad, pero luego se desentienden, mientras esta autoridad politiza las acciones que debe implementar.
Señalando a unos brigadistas que recogían sargazo en la playa, afirmó que los científicos “debieran ser igual que estos chavos que están paleando. Se les pagó por un entrenamiento, una educación mayor, y tienen que devolverle a la sociedad; les toca ‘palear’ igual, pero contribuyendo con su conocimiento”.