Estados Unidos puso fin al programa “Permanezcan en México”, creado por el gobierno de Donald Trump, con el que regresaron al vecino país a los solicitantes de asilo, cuyos casos pendientes aún se seguirán procesando, de modo de que existen esperanzas para que se regulen sus documentos.
Desde el pasado 21 de enero, el gobierno norteamericano suspendió las inscripciones de nuevos solicitantes, ya que la aplicación del programa, pese a sus desafíos y altos costos, no mejoró “de forma adecuada o sostenible” la gestión de las fronteras, ni resolvió los atrasos en materia de asilo.
Amparado en “Permanezcan en México”, el anterior gobierno de Trump envió a más de 60 mil indocumentados que cruzaron la frontera a esperar de este lado sus citas ante jueces migratorios, un trámite que puede demorar devastadores meses y cuyos fallos no siempre benefician a la mayoría.
La migración masiva de mexicanos hacia Estados Unidos responde a que en su país de origen padecen la pobreza extrema, la ausencia de horizontes laborales, la inseguridad generada tanto por el narcotráfico como por las autoridades policiacas y la marginación a la que los condenan los gobiernos.