Se han alistado por años para eventos de esta talla, esfuerzo y disciplina marcan la vida de estos líderes, los deportistas mexicanos que con orgullo representarán a nuestro país, viajarán a los Juegos Olímpicos de Tokio en el avión presidencial del exmandatario Enrique Peña Nieto, al que el nuevo presidente Andrés Manuel López Obrador consideró demasiado lujoso y ni en rifa pudo sacar.
La aeronave —un Boeing 787, apodado Dreamliner, con una autonomía de 14.5 horas y una velocidad de 900 kilómetros por hora— se encuentra ahora en un hangar de Estados Unidos, donde recibe su mantenimiento rutinario para que los deportistas viajen en completa seguridad.
Estas reparaciones, dio a conocer la Secretaría de Hacienda de México, también servirán para “determinar el estado actual y los precios base” para la posible negociación de la aeronave, adaptada con una elegante y completa recámara, cinta para correr, asientos de piel, cocina y sala de prensa.
Los deportistas se preparan para un viaje de lujo mientras llueven las críticas y los chistes sobre la venta de este avión, que años atrás costó en 218 millones de dólares y sobre el cual, desde su antiguo nicho de oposición, López Obrador dijo que algo así “no lo tiene ni Obama”.