Ante la ola de terrorismo que sigue asolando al orbe, el secretario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) António Guterres insistió en reforzar la resiliencia de algunos países, estar a la altura de las tecnologías transformativas y promover los derechos humanos.
En ese sentido, es alarmante que Al Qaeda y el grupo Estado Islámico continúen explotando los descontentos sociales y los estereotipos de género para inspirar a atacantes solitarios y captar a otros grupos, fundamentalmente en África, donde se expande tenaz la violencia.
Igualmente, crecen las polarizaciones, fracasan los gobiernos en muchas partes del mundo debido a la ineficacia y la corrupción, y se normaliza el discurso del odio, que ha generado el resurgimiento de agrupaciones neonazis, xenófobas y discriminatoriamente racistas.
Todo ello transcurre en medio de la feroz pandemia y, aunque se manejen protocolos gubernamentales, en este reto hay problemas de fondo sin resolver como las desigualdades económicas, el atraso escolar, la creación de “valores” de poder y riqueza, la marginalidad…
No obstante, Guterres aboga por los esfuerzos coordinados entre países y una mayor disciplina y respeto a los derechos humanos con énfasis en la igualdad de género, y para que los terroristas encarcelados puedan rehabilitarse e insertarse como seres normales en la sociedad.