Por Simón Benítez Hoil.
En días pasados, Chetumal fue escenario de severas inundaciones que pusieron en jaque a sus habitantes. Las autoridades locales, encabezadas por Mara Lezama, y posteriormente Yensunni Martínez, han señalado con firmeza a los ciudadanos como los principales responsables de esta catástrofe, aludiendo a la práctica irresponsable de arrojar basura en las calles, lo cual contribuye significativamente al bloqueo de los sistemas de drenaje.
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Aunque es innegable que existe una parte de la población que actúa negligente, creando incluso basureros clandestinos, centrarse solo en esta narrativa es una táctica simplista y evasiva. La realidad es que la responsabilidad no recae exclusivamente en los ciudadanos. La administración municipal de Yensunni Martínez ha mostrado claras deficiencias en la gestión de los servicios públicos, específicamente en la recolección y limpieza de las calles. Los sistemas de drenaje, cruciales para mitigar los efectos de las lluvias intensas, han sido descuidados en su mantenimiento.
Pretender desviar la atención de estas fallas estructurales hacia la población no solo es injusto, sino que también refleja una falta de autocrítica y de voluntad para mejorar. La estrategia comunicativa de gobierno, al adoptar este enfoque, no hace más que agravar una relación ya fracturada con los habitantes de Chetumal. En lugar de asumir una postura colaborativa y buscar soluciones conjuntas, la autoridad opta por culpar y dividir, demostrando una vez más su incapacidad para gestionar de manera efectiva los problemas de la ciudad.
Es imperativo que las autoridades reconozcan sus errores y limitaciones y trabajen en fortalecer los servicios públicos. Solo así se podrá avanzar hacia una solución real y sostenible que prevenga futuras inundaciones y proteja a la ciudadanía.