Por: Simón Benítez Hoil
En un movimiento que ha generado un amplio rechazo social, la diputada (suplente) Jissel Castro Marcial, quien asumió su cargo hace apenas cuatro meses y cuyo mandato concluirá en pocas semanas, ha decidido impulsar la construcción de una cafetería que sería anexada al edificio actual. Este proyecto, que requiere una significativa inversión de recursos económicos, ha sido criticado por su falta de necesidad y prioridad en el contexto actual del Estado.
Castro Marcial, de la bancada de Morena, quien ha liderado la legislatura estatal durante su breve tiempo en el cargo, sostiene que la cafetería proporcionará un espacio adecuado para que los trabajadores puedan realizar sus funciones de manera más eficiente. No obstante, esta argumentación ha sido recibida con escepticismo y rechazo por parte de la ciudadanía y varias organizaciones civiles, que consideran el proyecto como un derroche innecesario y una desconexión flagrante con las necesidades más urgentes de la población.
Las críticas se han intensificado ante el hecho de que la construcción de la cafetería ya implicó el desplazamiento de una estatua en honor a Don Andrés Quintana Roo, una figura evidentemente histórica en el Estado. Este acto ha sido percibido como una afrenta a la memoria y el legado, lo que ha exacerbado el rechazo popular.
La insistencia de la diputada Jissel Castro Marcial en avanzar con este proyecto, a pesar de su inminente salida del cargo, ha levantado serias dudas sobre sus prioridades y la gestión de su mandato. La controversia ha puesto de manifiesto una desconexión preocupante entre los representantes y los representados, en un momento en que la confianza en las instituciones públicas es fundamental.
En definitiva, la pregunta que resuena entre los ciudadanos es clara: ¿Cómo puede una cafetería ser más urgente que las necesidades apremiantes de miles de personas? Para muchos, la respuesta es evidente: no puede ni debe serlo.