Es tiempo de lluvias; el cielo es gris, las calles están solas y todos permanecen en su casa, porque queramos o no, la lluvia genera una melancolía en el ambiente, los días son más lentos, las ganas de hacer algo desaparecen, es el perfecto clima para permanecer acostado todo el día, para preparar una bebida caliente y escuchar música lenta, o música triste, esa que sólo tú sabes que queda para la ocasión.
Y es que ¡no todo es felicidad!, dicen por ahí, y en la Riviera Maya también pasa, los colores que estamos acostumbrados a ver, se opacan un poco, el azul del mar no es tan vibrante, las aves se refugian y no vuelan en el cielo. Como hacen falta los rayos del sol, como hace falta su brillo, su esplendor, hasta dan ganas de llorar y ¿por qué no hacerlo?, la verdad es que también se vale llorar, aprovechar para limpiar tu alma, así como el cielo se limpia con sus gotas de agua, nosotros nos limpiamos con lágrimas.
Los días lluviosos deberían ser utilizados para contemplarlos, para disfrutarlos, para escuchar el sonido que hace la lluvia al caer en la calle, para ver las gotas deslizarse por la venta, el olor a tierra mojada es increíble, y si alguien no piensa lo mismo ¡está loco!, es una sensación hermosa, como si pudieras estar acostado en la tierra y simplemente mojarte con la maravillosa brisa de su rocío.
La verdad es que la lluvia en la Riviera Maya moja bonito, hacía falta verla, sentirla, escucharla, olerla, las plantas necesitaban la lluvia, el mar lo necesitaba, todos la necesitábamos un poquito, un poco de tristeza, un poco de melancolía, porque hace bien, porque hace falta.