Ciudad de México.- El narcotraficante Ovidio Guzmán, uno de los hijos de Joaquín “el Chapo” Guzmán más buscados por Estados Unidos, cumple este domingo un mes detenido en medio de incertidumbre sobre su posible extradición e incertezas sobre la política de seguridad de México.
Las dudas sobre el futuro de Ovidio, capturado por el Ejército el pasado 5 de enero en el norteño estado de Sinaloa, han crecido desde que hace 10 días un juez le otorgó un amparo que frena de forma indefinida su extradición a Estados Unidos, que tiene hasta el 5 de marzo para presentar una solicitud formal.
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Esto refleja “una actitud laxa del Gobierno mexicano” para que la defensa de Ovidio presente recursos para impedir que avance el proceso y “ajustarlo a los tiempos de la política en México”, señala el consultor en políticas públicas y seguridad David Saucedo.
“El Gobierno mexicano está poniendo en marcha todos los mecanismos de burocratismo, de tortuguismo del sistema de justicia mexicano para ir administrando los tiempos de la extradición de Ovidio Guzmán”, indica el experto, quien estima que el proceso tardaría hasta un año y medio.
¿PRESIÓN DE ESTADOS UNIDOS?
Aunque no hay elementos para afirmar que Washington presionó a México para detener al hijo del “Chapo”, sí destaca que ocurriese antes de la visita de Biden, apunta Lilian Chapa, investigadora sénior del World Justice Project.
“El hecho de que coincidiera con la visita del presidente Biden se puede tomar como un mensaje de buena voluntad o un mensaje del Gobierno mexicano de que sí hay acciones contra estos grupos criminales”, comenta la especialista en justicia y seguridad.
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En Estados Unidos “por el momento están satisfechos” con la captura de Ovidio y con el “restablecimiento de los vínculos de colaboración” entre la agencia antidrogas (la DEA) y el Gobierno de México, agrega Saucedo.
LA CUESTIONADA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD DE MÉXICO
La captura del “Ratón” no implica un cambio de estrategia contra el narcotráfico del Gobierno de López Obrador, quien ha popularizado la frase “abrazos, no balazos”, indica Chapa.
“No hay una estrategia de confrontación directa, sino tampoco por la vía de la justicia y de la acción penal del Estado contra estas organizaciones. Es más bien bastante pasiva ante la actividad, porque por supuesto que siguen teniendo sus actividades y acto de violencia”, menciona la investigadora.
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Y aunque López Obrador se anotó “un buen punto” con la detención de Ovidio, “prácticamente no se debilitó en nada el Cártel de Sinaloa”, advierte Saucedo.
EFE