Ciudad de México.- Una mexicana, egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recorrió más de 4 mil kilómetros, al caminar sobre la Cresta del Pacífico, sin generar basura, informó este domingo la institución.
La Cresta del Pacífico, un sendero en Estados Unidos que discurre entre México y Canadá, tiene una extensión de 4 mil 286 kilómetros y su rango de altitud va desde el nivel del mar, entre Oregón y Washington, hasta los 4,009 metros en el Paso Forester en Sierra Nevada.
Con su dura travesía, que duró más de cinco meses, la mexicana Ana Valencia, buscó regresar al origen para hacer un llamado a conservar al planeta.
La caminata de Valencia por la Cresta del Pacífico, que atraviesa California, Oregón y Washington, comenzó el 18 de abril de 2021.
“Cuando empecé me di cuenta que había mucha basura involucrada, muchas cosas de un solo uso y entonces decidí hacerlo de esta forma. Fue peligroso, a veces, estar a merced de la naturaleza, de las tormentas eléctricas, de los ríos”, relató en un comunicado de la UNAM.
Contó que al investigar sobre el viaje, se percató que nadie lo hacía sin producir basura o lo reportaba.
“Me dije: también es mi responsabilidad comunicar de la mejor manera posible que esto es factible y que no siempre va a ser perfecto, pero intentarlo es muy valioso (…) si tanto amamos a la naturaleza y muchas personas salen a hacer este camino, también tenemos la obligación de cuidarla”, señaló.
Además, contó que durante su recorrido se encontró con muchas personas con las mismas preocupaciones y en un inicio le decían que ese objetivo “era imposible”.
DIARIO DE VIAJE
Valencia dijo que al inicio de su travesía escribió un diario de viaje, pero conforme avanzó las adversidades se lo impidieron.
De esos registros recuerda lo que anotó en el día 44 cuando en un día caluroso, con poca agua y poco viento su plan era sólo caminar 30 kilómetros y acampar cerca de un riachuelo que se veía en el mapa, pero al llegar a la fuente de agua “en realidad era una tubería donde salían algunas gotas, una o dos por segundo”.
Al reto mental y físico, la universitaria mexicana agregó el de la basura, “porque comúnmente quienes recorren ese trayecto no se preocupan por su producción, llevan plástico y luego lo desechan”.
Ante ello, diseñó una logística de comprar a granel, usar bolsas compostables y mandarlas a las oficinas postales de los pueblos por los que pasaba.
Pero además de los retos inherentes a la larga caminata, Valencia temió por su vida por una tormenta eléctrica a las dos de la mañana.
Sobre su alimentación, dijo que “todo lo que necesitas lo tienes que cargar y se vuelve un balance entre peso y conveniencia. Cada cuatro o cinco días llegaba a un pueblo y conseguía comida y la cargaba de cuatro a cinco días, entonces, tenía que racionarlos”, explicó.
Su cansancio fue tal que en ocasiones la mexicana ya no quería caminar “porque estaba muy cansada o había tenido una experiencia fuerte en la caminata anterior, quería descansar y no podía porque se quedaba sin comida”.
Expuso que la parte más difícil, fue “la parte mental, cuando estás físicamente exhausto y no puedes detenerte porque tienes que llegar a algún lugar o seguirte moviendo”, finalizó Valencia, quien terminó su viaje el 3 de octubre de 2021.
EFE