En medio de la crisis económica, la desigualdad social y la pandemia, 200 mil niños y adolescentes mexicanos han tenido que abandonar sus sueños y estarían sumándose a la vida laboral para no perecer de hambre, en un país donde se tiende un abismo entre la promesa política y las oscuras realidades.
A ello se añade que, durante este ciclo escolar, otros tres millones de menores desertaron de sus escuelas y pueden unirse a las filas de trabajadores mal remunerados, sin que la sociedad se asombre, en tanto estos hechos se han ido perfilando como escenas normales de la cotidianidad mexicana.
Hay un peligro más grande en esta situación, pues someterse al trabajo antes de tiempo interrumpe el proceso mental de los niños, quienes corren el riesgo de sufrir maltratos físicos y sicológicos, y se alían a esas cadenas generacionales de pobreza, abandono escolar, marginalidad y mala vida.
En el mundo, la Organización Internacional del Trabajo dio a conocer que, en esta época de pandemia, la cifra de adolescentes y niños que realizan algún tipo de empleo, la mayoría relacionado con grandes riesgos, creció a 160 millones. México ocupa en ese rumbo el segundo lugar en América Latina.
“Influye la baja accesibilidad y calidad educativa; además, las creencias culturales que prevalecen en muchos contextos y en los que el trabajo infantil se justifica bajo el supuesto de que las niñas y niños desarrollarán oficios que les serán útiles” explicó Maripina Menéndez, CEO de Save the Children México..
A través de una videoconferencia la directora de la asociación Save the Children México, Maripina Menéndez, expuso la importancia de que la sociedad no normalice ni invisibilice la problemática que aqueja a grupos de tan corta edad. Ante esto es necesario que trabajen en conjunto, gobierno, sector privado y sociedad.